La fuerza
Se ha hecho muchísima apología de «la fuerza» en nuestra sociedad. Es un término muy manido del que todo el mundo habla pero el cual está muy mal entendido a mi parecer.
Cuando se habla popularmente de una persona fuerte, se hace alusión a su “fuerza bruta”, una especie de heroicidad que requiere estar estoicos y con una actitud de ferocidad mantenida en el tiempo. La verdad, es que esto no es más que el resultado de una creencia mental que tenemos en masa como resultado de necesitar aparentar algo que no somos en realidad y que se ha quedado instalado como un ideal, que en este contexto social actual, nos está dañando más que favoreciendo.
Necesitamos asumir que somos seres vulnerables (heribles) y aprender a no confundir este término con débiles, lo cual nos cuesta ya que sentirnos vulnerables nos aterra debido a la exposición que supone. Solo cuando somos capaces de asumirnos vulnerables somos realmente fuertes, ya que la fortaleza humana tiene esa naturaleza. Efectivamente estamos capacitados para hacer muchas cosas y tener valentía para enfrentar esta vida, no obstante, la fuerza verdadera implica una fuerza de carácter, suave y autocontrolada, incluyendo la capacidad de permitirnos ser vulnerables y mostrarnos expuestos, es la única forma de manifestar una verdadera estabilidad interior.
Por tanto, no necesitamos “ser siempre fuertes” como dice la sociedad, está bien sentirnos expuestos, vulnerables, desprotegidos, llorar…de vez en cuando, sobre todo con las personas significativas, no cometamos el error de seguir creando coraza y pudriéndonos por dentro por demostrar esa idea de “fortaleza” que no lleva a ningún lado más que a marchitar personas por dentro. Todos merecemos sentir lo que sentimos a cada momento y no sentirnos mal por ello. Seamos “auténticos y felices” dejémonos de ser “fuertes” (y con esto no quiero decir que estemos todo el día sumidos en emociones, cuidado).
“El poder de un héroe está en su corazón”.
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