Nos dolemos
En ocasiones, sentimos que la vida duele, duele tanto que lo único que apetece es dormir o salir corriendo del cuerpo que contiene dicho dolor. A veces, nuestra mente trata de agarrarlo justificándolo con cualquier suceso, situación o historia de nuestro escenario de vida…otras, simplemente conseguimos dejar la mente en calma y percibirlo sin intervenir en él. Es en esta última situación donde nos percatamos de que no es la vida la que duele, sino que nos dolemos a nosotros mismos y que ese dolor en realidad no obedece a un motivo determinado.
Hay sucesos que conocemos de nuestro mundo, una inmensidad que no y que no lograremos vislumbrar. En la medida que aprendemos a vivir, hemos de ser conscientes de ello, asumiendo que gran parte de hechos no tienen una explicación, o si la tienen, y simplemente no son comprensibles mediante la mente dialéctica humana.
Vivir sin duda es una arte, un arte que únicamente implica una premisa: “Ser y estar en el mundo”. No es tanto el escenario en el que vives, sino lo que está dentro de ti lo que mueve los hilos, y lo que a su vez evoca dicho escenario. Por lo cual, y sin ningún tinte acusativo, creo de vital importancia asumir que no es momento de “echar balones fuera” y por eso afirmo que la vida no duele, nos dolemos nosotros. Dejemos a la vida y a la naturaleza en paz, dejemos de responsabilizarla, ella no nos necesita y nosotros a ella sin embargo si, no la culpemos de nuestras frustraciones e incapacidades, esas están dentro de nosotros y es nuestra responsabilidad el hacernos cargo de ellas. La vida no duele, nos dolemos nosotros.
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