Responsabilidad Personal

Se habla mucho sobre la responsabilidad personal, pero en realidad ¿a qué nos referimos cuando utilizamos este término tan manido?

Cuando hablamos de ser responsables es importante comprender que lo principal de lo que necesitamos hacernos cargo es de nosotros mismos;  de nuestro cuerpo físico, pensamiento, emociones y conductas. Mientras que este concepto no se tenga claro y se priorice, es francamente difícil hacerse cargo de otras personas o situaciones de una forma “funcional” (ya que no es posible dar a otros algo que uno mismo no posee).

Hacerse cargo del cuerpo físico implica asumir una actitud de cuidado, respeto y nutrición del propio cuerpo, dotándolo de la una  alimentación, descanso y ejercicio físico que requiera en cada caso y teniendo en cuenta  el parámetro de salud frente a otros parámetros de corte secundario tales como la estética, la imagen, el estatus…

Responsabilizarse de los pensamientos que tenemos nos ayuda a no llenarnos de toxicidad psicológica y contribuye a no alimentar una emocionalidad creciente que más tarde resulte difícil de gestionar. Para ello, necesitamos aprender a pensar de forma funcional (a generar pensamientos que vayan a nuestro favor) y gestionar el exceso de preocupación o rumiación entre otras tareas cognitivas.

Las emociones han de ser gestionadas, ya que está demostrado que tienen un gran impacto sobre el sistema inmunológico. Es de vital importancia aprender gestión a este nivel ya que repercute en cualquier ámbito de nuestra vida, incluidas las relaciones. Hacerse cargo de las emociones propias implica asumir nuestros estados emocionales de una forma sana (sin dañarnos o dañar a otros).

Sí el cuerpo, los  pensamientos y  las emociones no están equilibradas, es difícil tomar acción (conductas) de una forma coherente. La responsabilidad conductual sana y funcional llegará únicamente, cuando consigamos responsabilizarnos de cuerpo, pensamiento y emoción equilibradamente, no antes.