Observar sin juzgar
La mente humana muestra una tendencia natural al juicio (valoración, opinión, comparación). Todos opinamos y juzgamos la realidad, a los demás e incluso a nosotros mismos confundiendo esta visión limitada y sesgada (por nuestras creencias) con la realidad.
Opinar sobre las cosas, en sí mismo no implica algo disfuncional, siempre y cuando seamos conscientes de que nuestra opinión no tiene porqué ser la realidad y podamos hacernos cargo de ella desde el respeto a otras visiones diferentes que pueden serlo o no.
No obstante, la idea que me gustaría apuntar es la centrada en que el Juicio no nos permite ver la realidad, ya que mientras juzgas a algo o alguien no tienes tiempo de conocerlo. Exploremos esta idea detenidamente. El juicio que emitimos sobre las cosas que percibimos en la realidad está influido por nuestras creencias, experiencias, prejuicios y demás condicionantes mentales heredados de la familia, sociedad y cultura (entre otros factores influyentes). Por lo tanto, en ocasiones la respuesta que emitimos al juzgar es simplemente lo que cada uno considera, filtrado a través de todo ese “mejunje” de informaciones mentales a nivel personal. El juicio o la opinión sencillamente es la manifestación de uno mismo al servicio de lo que percibe, por lo tanto, de ninguna manera expresa o manifiesta algo relativo al “objeto” que está percibiendo (la realidad).
Para poder tener una percepción algo más cercana a la realidad, el mecanismo a poner en marcha es la observación carente de juicio, es decir, necesitamos observarnos a nosotros mismos, los demás y el entorno, sin añadirle o dotarlo de todo ese entramado de información que está dentro de nuestra cabeza y que pervierte la visión de la realidad tal y como es. Hablamos de observar en su sentido más profundo. No es una tarea fácil inicialmente y no se trata de eliminar el juicio de forma directa, simplemente es una invitación a entrenar esta habilidad de percibirlo en nosotros mismos y poder ser conscientes de él y no permitir que se filtre en nuestra forma de ver el mundo y a los demás, permitiendo así, conocerlos y comprender su naturaleza, en lugar de reflejar la nuestra en ellos.


