Sobreprotección
Exíste en la actualidad una tendencia educativa a partir de la cual se tiende a sobrepoteger a los niños. Esta tenencia (tal y como expuse en mi anterior post; Tolerancia a la frustración) genera como consecuencia, niños con escasa tolerancia a la frustración, que en su vida adulta carecerán de autonomía, capacidad resolutiva y capacidad relacional.
Es importante comprender que no es lo mismo proteger que sobreproteger. La protección y el cuidado de los niños es condición necesaria dentro de la maternidad o paternidad. Además, es una característica natural que portamos como especie para asegurar la supervivencia. No obstante, como en todo, esto es una cuestión de grado, cuando esa protección se vuelve excesiva y sobrepotegemos a nuestros pequeños, es cuando se generan consecuencias disfuncionales en la educación de los mismos.
La protección es instintiva y tiene un límite, la autonomía e independencia del niño, que dependiendo de la etapa evolutiva en la que se encuentre variará en grado.
La sobrepotección es el resultado (consiciente e inconsciente) del miedo e inseguridad de la persona que sobreprotege o cuidador, y en ningún caso se debe confundir esto con amor. Se sobreprotege por inconsciencia, “no me doy cuenta de que lo hago”, o por incapacidad, “me doy cuenta pero no puedo dejar de hacerlo”.
La sobreprotección en muchas ocasiones va unida a un sentimiento de lastima o pena del sujeto a sobreproteger. Afirmaciones como: “pobre”, “pobrecito”, “me da pena”…suelen estar relacionadas con una tendencia sobreprotectora, que dejan patente una “mirada sesgada” por parte del cuidador, trasmitiéndole al menor una percepción de incapacidad que provocará que su efectividad se vea reducida a la hora de actuar. No es sano tener pena de nuestros niños, tienen todo lo que necesitan para crecer y desarrollarse. En los casos que no sea así, la pena no les ayudará a salir de ello, al contrario, necesitarán hacer acopio de fuerza y confianza para avanzar y poder sobreponerse.
Entonces…
¿Sobreproteges? ¿Para qué lo haces? ¿Proyectas tu inseguridad en tus hijos?.




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