La «ayuda» II

La segunda idea a plantear sobre el concepto de “ayudar”, tiene que ver con el hecho de que la mayor parte de las veces sobrentendemos lo que la otra persona necesita para ser ayudada, y nos cargamos de soberbia tratando de aportar lo que nosotros mismos consideramos que requiere, con el pretexto sibilino de que lo hacemos “con buena intención”.

No basta con tener una buena intención para ayudar de forma veraz a otras personas, es necesario comprender, que en ocasiones, no basta con ser bien intencionados, ya que sí no sabemos cómo, cuándo y de qué manera hacerlo podemos generar más perjuicio que verdadero beneficio a la persona objeto de ayuda.

Un ejemplo de esto, se ve en situaciones en las que se tiende a tranquilizar a personas muy nerviosas diciéndoles que se tranquilicen o a personas muy rumiadoras, verbalizandoles frases como: “no pienses tanto”. Estas actitudes en muchos casos generan el efecto contrario a la mejora (mayor nerviosismo y rumiación), debido a que la persona lo vive como una frustración ya que no consigue hacerlo.

Somos seres sociales y nos necesitamos unos a otros, nos ayudamos perteneciendo, acompañando y siendo parte, es natural sentir intención de ayudar a otros y recibir beneficio secundario por ello, no obstante, más allá de la ayuda a nivel básico: a nivel alimenticio, de abrigo, de contención, de compañía, de seguridad…es importante comprender que con la intención, por muy buena que sea no basta, hay que saber cómo hacerlo, asumiendo lo que implica, ya que en ocasiones no será agradable. Un padre que ha de dejar en la calle a su hijo drogadicto sería un ejemplo algo extremo de esta idea, seguramente le cueste mucho realizarlo, pero sí es lo indicado por tratamiento y es la forma de curarse, sería un verdadero “acto de ayuda”.

El “cuándo” también es importante, ya que no hay cosa que pueda generar más daño, que una hecha a destiempo, todos tenemos ritmos de madurez diferentes y cada cual marca el suyo. Por ejemplo, obligarle a una persona a enfrentar un miedo cuando no está preparada a nivel emocional puede cronificarlo y crear una fobia.

Y nunca podemos olvidar, que la ayuda se da cuando esta es solicitada (a excepción por supuesto, de casos en los que la persona no presenta capacidad de juicio), no solo por respeto relacional, también debido a que de otra manera no tiene posibilidades de darse ya que el receptor de la misma no está dispuesto a recibirla y no le llegará.

“Amar, también es NO hacer por otros, lo que pueden o deben hacer por sí mismos”.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *