Transigencia
El verbo «transigir» hace referencia a una actitud de tolerancia, consentimiento o aceptación de las opiniones y/o acciones de otra persona en contra de los propios. Se trata de lo que vulgar y comúnmente denominamos “ceder” en nuestra sociedad.
Está demostrado que en las relaciones el “ceder” no nos ayuda en absoluto.Ya no me refiero al hecho de generar una desigualdad entre las dos partes de una relación, como estamos acostumbrados a afirmar : “Sí siempre cede el mismo se terminará cansando” (que también), sino al hecho de darnos cuenta de que confundimos el “ceder” o “transigir”, con el “elegir”.
Cuando en una pareja (de cualquier índole) se decide a llevar a cabo un plan común, vemos que entran en juego dos variables bien diferenciadas: el plan (por ejemplo: playa o piscina) y el hecho de que se realice juntos (en común). Sí tú quieres ir a la playa y yo a la piscina, y decido ir a la playa contigo a pesar de que no sea lo que elegiría estando sol@ o en otra situación, he realizado una elección consciente (asumiendo las dos variables), la cual, en ningún caso implica una retribución por tu parte, es decir, no me debes nada.
Indudablemente, es importante y funcional llegar a acuerdos, puntos intermedios de comprensión relacional, aprender a ponernos en el punto de vista del otro, no obstante, en ningún caso, es sano transigir, pasando a ceder nuestro poder personal (mental, emocional y/o de acción) a otros. Sí estas tentado a hacerlo, preguntarse para qué lo haces y qué es lo que cubres con ello, ya que internamente subyace una carencia interna que te está “empujando” en busca de “algo” que cubrir.
¿Transiges y cedes en tus relaciones?. Sí es así… ¿Para qué?. ¿Quieres poder o atención/comprensión/reconocimiento…?




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