«No quiero»
¿Cuál es la razón/es por la/s cual/es a la mayor parte de las personas les cuesta decir que “NO” (negarse) ante las demandas de tercer@s?.
La evidencia habla de condicionamientos familiares, culturales y sociales como de costumbre. Nos han enseñado a anteponer a los demás a nosotros mismos, ya que eso es lo que se considera educación y respeto. Cuando una persona es capaz de decir «no», se la tilda de egoísta o de “ir a lo suyo”, expresión con un claro tinte peyorativo. En el trasfondo de esta actitud como no podía ser de otra forma está el miedo, en este caso al rechazo (a que nos critiquen, juzguen o señalen), incluso a que nos excluyan del clan (ya que a nivel biológico es un miedo bastante arraigado).
Necesitamos empezar a entrenar esta habilidad de decir «no», ya que es eso, una habilidad como otra cualquiera que sí se entrena puede llegar a gestionarse de una forma muy fluida, es cuestión de ocuparse. Ante una demanda o solicitud por parte de otra persona, lo primero es pensar que solo hay tres opciones internas de respuesta: “si”, “no me importa” y “no”. Las dos primeras no requieren explicación, ya que es evidente la acción que les sigue. Cuando sentimos que no queremos acceder a la demanda, procedemos a negarnos con la misma gracia con la que normalmente asentimos. No es necesario dar explicaciones y/o justificaciones, de hecho, estas evidencian la inseguridad que manifestamos al decir “no”. A excepción de personas significativas a las que elegimos explicar nuestras razones, el resto de las justificaciones solo alimentan esa sensación de inseguridad y codependencia relacional generada a través de los condicionamientos.
Reflexión:
¿No sería todo más liviano y libre sí fuéramos capaces de decir frases como: “no me apetece, no tengo ganas o no quiero”, sin necesidad de justificarnos constantemente y sin sentir malestar por ello?.




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